¿Te imaginas que el día menos pensado aparece Él? ¿Y que tu vida entera cambiase tan solo por una frase?
Si os soy sincera, hace menos de un año pensaba que el amor era una fantasía que el ser humano creaba para ser “de un cierto modo” más feliz.
Nunca creí que por algo tan simple como un mechero, algo tan simple como el mayor de los tópicos, dos personas pudieran llegar a enamorarse.
“Perdona... ¿Tienes fuego?”
Esa fue su frase y ahora mi recuerdo. Es bastante común, ¿verdad? A mí me cambio la vida.
Perdona... ¿Tienes fuego? Casi ni reaccioné, por aquellos días era relaciones públicas de un Pub de Madrid y no me dejaba impresionar por nada ni nadie.
Me di la vuelta para tendérselo y sentí como todo mi mundo se paralizaba entorno a Él. No podía mirar otra cosa que no fuese el cigarrillo posado en su boca, Él eclipsó todo lo que se encontraba a mí alrededor... Suena cursi, incluso parece mentira, eso solo pasa en las películas tomas lentas, el volumen de la música se baja… pues no, no fue así exactamente pero sentí algo.
Comenzamos a hablar, me contó que acababa de llegar a Madrid desde Buenos Aires y parecía realmente perdido.
Le di una oportunidad y quedamos de nuevo. A los pocos días me advirtió de algo que hoy por hoy aún no me explico cómo pudo saberlo:
Acabaremos juntos
Obviamente no le creí. Pensé es que era un creído y no le di más importancia.
Los días pasaban y cada vez sentía más y más, hasta que una tarde nos miramos y permanecimos en silencio un instante, silencio nervioso, silencio de incertidumbre hasta que finalmente le besé.
No sé porque lo hice, creo que me dejé llevar por unos sentimientos que empezaban a nacer pero de lo que sí que estoy segura es que ese beso, fue mi mejor decisión.
Aun no me creo el que una persona tan buena como Él puede estar conmigo y todo por un mechero.
Comenzamos a pasar todos los días juntos, salimos por Madrid, íbamos a la piscina, le presenté a mis amigos…
Pero todo en esta vida tiene un precio y en este caso más que un precio un contra.
Él volvía a Buenos Aires en septiembre. Llegado a ese punto no estaba segura de qué hacer, si merecía la pena seguir juntos pero por una vez que la vida me sonreía me fue muy difícil abandonar.
A final del verano le acompañé a su ciudad durante una semana, fue increíble incluso me presentó a su familia. Lo peor fue la despedida. Le dije adiós como quien se despide de un amigo que verá al día siguiente pero en cuanto me vi sola, en el aeropuerto, esperando mi vuelo desperté de mi fantasía y lloré. No quería volver, no quería dejarlo allí, quería meterle en una cajita y así tenerlo siempre conmigo.
Ahora nuestra relación se basa en videollamadas, cada día que pasa le echo más y más de menos.
No hace mucho una discusión rompió nuestra rutina y debido a la distancia es difícil conseguir que las cosas vuelvan a la normalidad.
No quiero que nuestra historia acabe. Creo que si el destino unió a dos personas que viven tan lejos es por un gran motivo.
No quiero perderle, dicen que el amor verdadero no hay que dejarlo escapar ¿no? Él me pidió que no me disculpase si no que le demostrara mi amor y no solo lo quiero decírselo públicamente si no que también quiero darle las gracias.
Gracias a Él afirmo que existe el amor